Lun27Abr2015

FOTO Isabel ColladoOficio, que no profesión. La profesión es una ocupación, un empleo, un trabajo, un deber, en suma. En cambio, el oficio implica conocimiento, experiencia, dedicación… y, sobre todo, pasión.

La enseñanza es una mediación entre la ignorancia y el saber, entre la confusión y la razón, entre las tinieblas y la luz. Ignorancia, confusión y tinieblas en las que inicialmente está todo hombre. Es el maestro el que, con oficio, sabiduría, paciencia y entrega, ayuda, conduce y guía en el tránsito. Pero el camino, sus asperezas y obstáculos solo pueden salvarse con fe y confianza. Porque, sin lugar a dudas, enseñar implica confiar en el ser humano, creer en el hombre y en su capacidad de mejorar.

Cuando se inicia el camino, mucho de esto se ignora. Creo que es la experiencia vivida la que va enseñando al maestro lo que el oficio implica. Esos ojos abiertos y expectantes, ese olor a goma de borrar y a ropa limpia de lunes, ese bocadillo que se comparte, esa lágrima por el raspón en la rodilla…, la orla (la foto fija) y la despedida final. Luego, los años y el agradecimiento de los ya hombres y mujeres: “gracias por creer en mí”. Impagable, “…quien lo vivió lo sabe”, como decía Lope.

Cuando se está al final, uno siente ese afán tan humano de transmitir lo vivido, de que algo perdure, y se le rebosan las ganas de decirlo y gritarlo a los que te sucederán. Quieres que ese bagaje les sirva. Contagiarles la ilusión, la entrega, el compromiso y la fe en el niño y su proyección de futuro.

Yo, soy una privilegiada. Se me ha dado el regalo soñado. Disfruto del mejor de los escenarios. Definitivamente, puedo cumplir el sueño. Tengo delante a los futuros maestros y maestras, a los van a ocupar mi sillón, mi tarima, mi pizarra, mi tiza y “mis alumnos”.

Ahora, más que nunca, echo de menos el don, la habilidad y el talento para imbuirles el compromiso, la ilusión y el gozo que me han proporcionado estas cuatro décadas en la enseñanza. Hago mías las palabras de Carlos V a su hijo Felipe II: “Para gobernar bien se necesitan tres cosas: conocimiento, experiencia y conciencia”. Donde decimos gobernar, decimos enseñar. Pero recordando que, el conocimiento lo aportan los otros, la experiencia la trae la vida, pero la conciencia solo depende de nosotros.

Es el maestro el que, con oficio, sabiduría, paciencia y entrega, ayuda, conduce y guía en el tránsito.

Isabel Collado Salguero
Maestra, doctora en Psicología Evolutiva y profesora de la Escuela Universitaria Santa Ana de Almendralejo.